Cuando se lo llevaron, acordaron arrojarlo a lo profundo de un pozo seco. Una vez que lo hicieron le inspiré a José: "Algún día les recordarás lo que están haciendo ahora, sin que ellos te reconozcan".
Al anochecer, se presentaron ante su padre llorando.
Dijeron: "¡Padre! Competíamos corriendo entre nosotros y dejamos a José con nuestras provisiones, y lo devoró un lobo. Te decimos la verdad, aunque no quieras creernos".
Y le mostraron su túnica manchada con sangre falsa. Dijo [Jacob]: "Lo que ha sucedido no es como me lo cuentan, sino que es una falsedad que inventaron. Me resignaré pacientemente y que Dios me dé consuelo para sobrellevar la desgracia que me acaban de contar".
Cuando pasó una caravana [cerca del pozo], enviaron a uno de ellos a buscar agua. Éste echó el cubo y al subirlo [vio a José y] exclamó: "¡Buenas noticias! Aquí hay un muchacho". Y lo ocultaron para venderlo; pero Dios bien sabía lo que hacían.
[Mientras espiaban, sus hermanos vieron lo que ocurría y reclamaron que José era su esclavo.] Lo vendieron [a la caravana] por un precio insignificante, unas pocas monedas, para deshacerse de él.
Y luego el egipcio que lo compró le dijo a su mujer: "Recíbelo honorablemente, podría sernos útil o quizá lo adoptemos como hijo". Así concedí a José una buena posición en esa tierra, y le enseñé la interpretación de los sueños. La voluntad de Dios siempre prevalece, pero la mayoría de la gente no lo sabe.
Y cuando alcanzó la mayoría de edad, le concedí el discernimiento y la sabiduría [a través de la revelación]. Así es como recompenso a los que hacen el bien.