Cuando se sintió embarazada, decidió retirarse a un lugar apartado.
Los dolores de parto la llevaron junto al tronco de una palmera. Exclamó: "Preferiría haber muerto antes que esto, y así hubiera sido olvidada completamente".
Entonces [el ángel] la llamó desde abajo [del valle]: "No estés triste, tu Señor ha hecho fluir debajo de ti un arroyo.
Sacude el tronco de la palmera y caerán sobre ti dátiles frescos.
[Cuando su hijo alcanzó la pubertad, le dije:] "¡Oh, Juan! Aférrate al Libro con firmeza". Le concedí sabiduría desde su infancia,
que fuera compasivo, puro y piadoso,
honraba a sus padres, no era soberbio ni desobediente.
La paz fue con él el día que nació, el día que falleció y será con él el día que sea resucitado.
Recuerda [¡oh, Mujámmad!] la historia de María que se menciona en el libro, cuando se apartó de su familia para retirarse a un lugar al este
y puso un velo para apartarse de la vista de los hombres de su pueblo. Entonces le envié a Mi ángel, quien se le presentó con forma humana.
Ella dijo: "Me refugio en el Compasivo de ti, [apártate de aquí] si es que tienes temor de Dios".
Le dijo: "Soy un enviado de tu Señor para agraciarte con un hijo puro".
Ella dijo: "¿Cómo voy a tener un hijo si no me ha tocado ningún hombre ni he fornicado?"
Le dijo [el ángel]: "Así será, pues tu Señor dice: ‘Eso es fácil para Mí. Lo convertiré [a tu hijo] en un milagro y una misericordia para la humanidad. Es un asunto decidido’".