Dijeron: "¡Oh, Moisés! ¿Arrojas tú o lo hacemos nosotros primero?"
Dijo [Moisés]: "Arrojen ustedes primero". Entonces arrojaron sus cuerdas y varas, y por el hechizo que habían empleado, estas parecían moverse [como si fueran verdaderas serpientes].
[Al ver esto,] Moisés sintió temor en su interior,
pero le dije: "No tengas temor, porque tú serás el vencedor.
Arroja lo que tienes en tu diestra, que anulará lo que ellos hicieron, pues solo se trata de una hechicería, y los hechiceros jamás han de triunfar".
Los hechiceros [al percibir que el milagro que acompañaba a Moisés no era magia] se postraron y exclamaron: "Creemos en el Señor de Aarón y Moisés".
Creemos en nuestro Señor, para que nos perdone nuestros pecados y los hechizos que nos obligaste a hacer. La recompensa de Dios es mejor y más duradera".
Quien se presente ante su Señor siendo culpable tendrá el Infierno como castigo, en el que no podrá morir [para librarse del tormento] ni vivir [sin padecerlo].
Dijo [el Faraón enfurecido]: "¿Acaso van a creer en él sin que yo se los haya autorizado? Seguramente él es su maestro que les ha enseñado la magia. Ordenaré que se les ampute la mano y el pie opuestos, y luego los haré clavar sobre troncos de palmera. Así sabrán quién es el que puede infligir el castigo más severo y duradero".
Dijeron: "No antepondremos nuestra lealtad a ti a los milagros evidentes que hemos presenciado, y [menos aún] a Quien nos creó. Haz pues con nosotros lo que has decidido; tú solo puedes condenarnos en esta vida.
En cambio, quien se presente ante su Señor creyendo en Él y habiendo obrado rectamente, obtendrá los más altos grados [en el Paraíso].
Morarán eternamente en los Jardines del Edén, bajo los cuales corren ríos. Esa será la recompensa de quienes se purifiquen.